RESUMEN: La pertinencia de tener presente la multiplicidad de valores que han dado cuenta de la diversidad y constante movimiento actual de la vida social, hace oportuno cada vez más para las ciencias sociales y humanas apostar por cierto pluralismo metodológico capaz de concebir el conjunto de las cosas sin la necesidad de fragmentar. Esta situación, hace del pensamiento analógico propuesto en la obra de Michel Maffesoli una interesante opción de análisis, porque a través de figuras o lo que él llama el Formismo sociológico inicia todo un recorrido por el conocimiento teórico de los clásicos que le permite concebir en la correspondencia de formas abiertas la extraordinaria riqueza de las apariencias en lo especifico del hecho social, pero a la par, ir más allá de un simple hecho individual pues la acciones comunes son las que presiden la voluntad individual. Este Formismo aquí citado de manera transversal de cierta manera logra desembarazarse de la individualidad como explicación inicial o final, pues permite captar la exuberancia de la apariencia social así como las creencias minúsculas que marcan la vida cotidiana en un presente local. Esta tradición globalmente iconoclasta del occidente judeo cristiano siempre ha desconfiado del desorden de la imagen, es decir, del desorden de los sentidos; ha hecho que la teoría la mayoría de veces proponga un mundo diferente al que cotidianamente habitamos (Maffesoli, 1993).