La exposición al Sol posee cierta acción terapéutica en diversas enfermedades y es coadyuvante en la formación de vitamina D. No obstante a estos beneficios, es necesaria una protección frente a la radiación solar, pues tanto a corto como a largo plazo y con exposiciones más o menos prolongadas, puede producir daños en la piel (quemaduras, manchas, envejecimiento prematuro, cáncer de piel) además de afectar otros sistemas pudiendo ocasionar depresión del sistema inmune y daño ocular. Frente a los efectos nocivos de la radiación solar se considera que es prioritario incentivar la fotoeducación y fotoprotección. La prevención se ejercerá educando a la comunidad sobre los efectos dañinos de las radiaciones e indicando las medidas adecuadas de fotoprotección. En los niños y adolescentes es donde se deben profundizar las medidas de fotoprotección y fotoeducación, pues se calcula que un 50–80% de la radiación solar acumulada a lo largo de la vida se recibe en los primeros 18 años. La exposición controlada a la radiación solar y el uso correcto de fotoprotectores contribuye a evitar el daño solar. En ello está contemplado el uso de una vestimenta adecuada, la utilización de protectores solares y la educación para cuidarse del sol.