Un pianista francés llamado Maurice Ravel, nacido en 1875 modestamente escribe un ensayo al que titula Mis recuerdos de muchacho perezoso y en él dice que, a pesar de no dedicarse a la escritura, para él no hay varias artes, sino una. “La música, la pintura y la literatura no se diferencian más que en sus formas de expresión" (Ravel, 1938). Según esto no hay varios artistas, sino varios especialistas en el arte, por lo que hay varias formas de expresar las emociones y los sentimientos, de expresar la vida. De una forma parecida, Borges, citando a Walter Pater, explica que todas las artes aspiran a la condición de la música. Expone que esta manifestación artística consta de tres aspectos indivisibles: el sonido, la forma y el contenido, y que algo muy similar pasa con la poesía: su ritmo, forma y contenido no pueden ser divididos ya que incluso en la alineación y en el número de sílabas de cada verso se expresan las ideas y las emociones.