La piña es originaria de las regiones tropicales de América del Sur sembrándose en Colombia, desde los tiempos precolombinos; pero fue solo hasta las últimas décadas del siglo XX que se extendió hasta cubrir áreas importantes de grandes explotaciones comerciales, principalmente en los departamentos de Santander, Valle, Cauca y Risaralda, este último ocupando en la actualidad, el segundo puesto en producción de frutas con una producción anual promedio de 400.000 toneladas después de la producción de cítricos con una producción anual de 500.000 toneladas, según informes del DANE (Jaramillo, 2013) De acuerdo al perfil nacional de consumo de frutas y verduras (2012), la piña se encuentra entre las 15 frutas más consumidas de Colombia y según el DANE a diciembre de 2015, entre Enero y Septiembre de este año se habían exportado 2,25 millones de dólares de esta fruta tropical, lo que representa un 7.6% en comparación con el año anterior, esto debido al interés actual de la población mundial por adquirir hábitos saludables (FAO, 2015) En Risaralda el sector frutícola ha contribuido, en la última década, a la diversificación y dinamismo de la agricultura, como consecuencia, en gran medida de la situación cafetera; siguiendo esta dinámica, en la búsqueda de producciones rentables y eficientes, considerando además que la capital risaraldense siempre se ha caracterizado por ser una zona rentable y de condiciones ambientales excelentes para la piña, se ha podido observar presencia de este cultivo, sin embargo por el cambio de uso de las tierras y por la cercanía al área urbana, su siembra ha disminuido. (MADR, 2006). En el ámbito local, el cultivo de la piña en Cerritos (Risaralda) es la fuente generadora de empleo más importante de esta zona proporcionando gran cantidad de empleos directos (Jaramillo, 2013).