Desde tiempos inmemoriales los seres humanos han relatado el mundo, a través de la ficción conocieron más de lo que una simple vida mortal podía ofrecer, erigieron culturas, inventaron paraísos e infiernos, pero, sobre todo triunfaron ante la muerte. Cada historia contada renace otra vez en el sonido frágil de las palabras que como hojas desprendidas en el otoño van cargando sus sueños, sus adioses. En la palabra las personas volvieron a inventarse y crearon la vida. Primero de manera oral se veían en los cánticos épicos de Homero, o en los mitos narrados por los indígenas de las Américas o de la Polinesia. Luego, con la escritura, con la pluma de poetas y musas comenzó una aventura que hasta el día de hoy todavía sigue alimentando. Miles de historias orales y escritas pasan de oído en oído, resguardadas en mentes lúcidas o en antiguas y modernas bibliotecas. Son muchos los libros que se apilan en estanterías, incontables, a la espera de ser abiertos y volver a manifestar lo que tanto hombres como mujeres contemplaron con intensidad y decidieron capturar.