Hace tan sólo medio siglo se empezó a considerar la oralidad como una fuente importante para los estudios etnográficos y la historia de las comunidades. Aunque sus inicios pertenecen a investigaciones realizadas en poblaciones ágrafas, como un intento por salvar del olvido de la humanidad a estas culturas, en la actualidad ha ido tomando fuerza el considerar la historia oral como una herramienta de gran valor no sólo para la academia sino también para las personas que hacen parte del estudio, pues son éstas las que se benefician, en gran medida, al hacerse conscientes de su importancia y la responsabilidad que tienen con la preservación de sus valores culturales y su historia local, lo cual es un aporte vital para las generaciones venideras.