Las revoluciones industriales han sido períodos de transformación económica, tecnológi- ca y social. Cada una ha traído consigo una novedad tecnológica que se vuelve esencial para la producción y la economía en general. Las primeras revoluciones de este tipo llevaron a la humanidad a reemplazar la fuerza del hombre por máquinas de vapor, la máquina de combustión interna y posteriormente por la electricidad como fuente de trabajo [1, 2]. Esto a su vez, creó otras rutas para el desarrollo y la producción. En la segunda mitad del siglo XX, la tercera revolución industrial introdujo la electrónica y la automatización [3], creando las condiciones necesarias para la computación y la in- formática. Finalmente, la cuarta revolución industrial, también llamada industria 4.0, es resultado de la convergencia de tecnologías digitales [4] como las redes de compu- tadoras, la internet, la robótica, el aprendizaje automático y el big data, usados en la construcción de los denominados sistemas ciberfísicos [5] y sistemas inteligentes [6]. Actualmente, el avance en la capacidad de los sistemas automáticos está ligado a la va- riedad de fuentes de información y la capacidad de procesamiento de datos, las cuales potencializan la tecnología previamente existente.