Alejandra Pizarnik afirma que, aunque esté en una constante búsqueda sobre aquello que quisiera expresar de su sentir en relación a las cuestiones tanto concretas como abstractas, terminará siendo puesta en el lugar de la limitación al efectuar cualquier disertación. Por ende, afirma que nunca es suficiente para nombrar la “verdad” de su padecimiento, de su dolor y su tristeza. Al respecto, se encuentra que cuando el sujeto presenta un proceso de introspección puede emerger una verdad que le suscita un hiato en el transcurrir de su vida, como también puede surgir esa verdad desde una experiencia dolorosa que le concierne sólo a ese sujeto, aflorando así a la melancolía misma. Es por esto último que se pretende encontrar la forma en que Alejandra Pizarnik nombra la melancolía y la verdad y su unión, y encontrando en ese decir poético un posible nexo con el pensamiento de Frederic Pellion y Sigmund Freud respecto a la melancolía y su lazo con la verdad. Por otro lado, en el desarrollo del trabajo, surge un concepto imprescindible: el lenguaje, pues para entablar de forma más diciente la relación de melancolía y verdad fue necesario tomar dicho concepto y profundizar en él; por ende, se muestra fundamental enlazar estos tres conceptos: Melancolía, verdad y lenguaje en Alejandra Pizarnik, pues sin estos, no se habría entendido de forma más amplia que la melancolía es una cuestión ligada a la verdad, en tanto que esta última es su causa, y siendo el lenguaje en esa verdad su subversión.