En el año 1231, el Papa Gregorio IX promulgó la Bula Prens Scientiarum (Madre de las Ciencias) con el fin de regular la universidad, sujetándola a la protección papal. La Bula dictaba todo tipo de normas, como la concerniente al juramento que debía prestar el Canciller de París de conceder licencia para enseñar Teología o Derecho Canónico solo a quienes fueran dignos de ello -por su reconocimiento como maestros y conducta irreprochable- o como la que exigía a los profesores seguir fielmente las orientaciones pontificias. Se ocupaba incluso de regular los diversos aspectos de la vida académica y social universitaria: clases impartidas por los maestros, alquiler del alojamiento, vacaciones de verano, casos de prisión y servicios funerarios (Bowen, 1979).