Con la invasión romana al mundo griego, iniciada aproximadamente hacia el 323 a. C., la cultura helénica fue convirtiéndose en cultura helenística. La semejanza nominal entre helénica y helenística obedece a la raíz que comparten estas dos expresiones derivadas del término griego ἑλληνίζειν, como acción de ‘hablar en griego’. En efecto, los romanos se preocuparon por hablar muy pronto esta lengua extranjera, con el fin de asimilar y propagar la invaluable cultura griega, bajo el nombre de su propio Imperio romano en expansión. Por esta razón, aunque de muy distinta manera, han dicho los grandes historiadores de la antigüedad que al crecer geográficamente el Imperio romano, la que iba extendiéndose culturalmente sin duda era Grecia.