Esta obra, fruto de investigaciones teóricas y prácticas, señala los caminos privilegiados que conducen a la persona hacia la plenitud humana y la felicidad. El primero de ellos, la familia, escenario educativo por excelencia, puesto que en su seno se establecen los vínculos constitutivos de la personalidad: paternidad, maternidad y filiación; la familia es el lugar donde cada ser humano es reconocido y amado por sí mismo y aprende el buen ejercicio de su libertad. La escuela y la universidad constituyen el segundo espacio formativo de singular importancia; en este se ayuda a los jóvenes a desarrollar armónicamente la inteligencia, la voluntad y los afectos; lo anterior, a través de la educación formal –científica y humanística– y de aquellas actividades –como el voluntariado o el servicio social– que permiten la expresión de la compasión, la solidaridad, las cualidades artísticas, etc. Distintos ámbitos de desarrollo personal que apuntan a la consolidación de líderes virtuosos capaces de construir una cultura de la vida que camine hacia la paz.