La toma de decisiones médico-quirúrgicas durante el periodo de vida neonatal representa un desafío para la medicina contemporánea, pues se dan en los momentos más frágiles de la vida de los seres humanos, en un contexto con un gran avance tecnocientífico que posibilita realizar intervenciones antes consideradas imposibles. En estas situaciones surgen escenarios problemáticos, tales como aquellos en los que los neonatos se encuentran críticamente enfermos, presentándose incertidumbre respecto a su pronóstico vital y/o funcional. Ante estas circunstancias, las decisiones respecto al tratamiento y la realización de intervenciones quirúrgicas en los recién nacidos involucran las posibilidades de morir prematuramente o de prolongar la vida biológica de estos individuos a expensas de vivir en condiciones de discapacidad severa. En estos escenarios catastróficos surgen dilemas morales que podrían pensarse alrededor de los cuestionamientos sobre el valor de la vida del ser humano severamente discapacitado; apareciendo tensiones que tratan la percepción de la vida como valor absoluto (esta última reconocida en términos de santidad de la vida), es decir aquella postura que defiende la vida biológica hasta sus últimas consecuencias, en comparación con la valoración de la vida desde un depende, es decir desde la mirada de la calidad de vida.