Lo que sigue no es más que una reflexión a partir de mi experiencia como docente universitario de ciencias humanas y sociales. Muchas de las conclusiones que aquí presento, a pesar de que podrían extenderse a otros espacios universitarios, no deben asumirse siquiera como una presentación de mi entorno inmediato: es apenas el punto de vista que una experiencia individual puede ofrecer. Aun así, el escrito tiene un tono de diagnóstico, pues la individualidad de la experiencia se proyecta fuera de sí con la pretensión de ser compartida por otros; la experiencia no expresa una individualidad pura, es un efecto de nuestra vida en común.