Las mujeres firmantes del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera se han enfrentado en su proceso de reincorporación a diferentes estructuras sociales cimentadas sobre los mandatos y sistemas de normas que modelan los roles de género. Para el caso de las firmantes que integran la Comunidad Noble y de Paz Marco Aurelio Buendía (CNP-MAB), ubicada en el antiguo Espacio Territorial de Reincorporación y Normalización de Charras – Guaviare las transformaciones en sus roles como mujeres ha suscitado profundas confrontaciones subjetivas sobre el significado de ser mujeres en la transición a la vida civil. Al encontrarnos en el trabajo alrededor de prácticas de cuidado, empezamos a debatir sobre las razones que legitimaron la atribución a las mujeres del trabajo de cuidado no remunerado y del trabajo doméstico. Este ha sido uno de los aspectos que más se ha transformado en sus nuevas cotidianidades y que nos llevaron a la construcción de la presente investigación, cuyo objetivo es analizar el proceso de reincorporación de las mujeres firmantes de la CNP-MAB desde la perspectiva de la división sexual del trabajo; con el fin de comprender las normas sociales y las estructuras de poder que influyen sobre la organización del trabajo productivo y reproductivo que ellas realizan, así como las implicaciones que acarrea sobre sus subjetividades. Esta investigación es de corte cualitativo, para su desarrollo se emplearon herramientas de la etnografía feminista que, además de la reflexión, estuvo mediada por escenarios de autocuidado y el fortalecimiento de nuestros vínculos como mujeres. A su vez, le conferimos protagonismo a sus experiencias cotidianas para reconocer las formas de organización social y distribución del trabajo, tanto productivo como reproductivo. Entre los resultados a destacar, se evidencia en el escenario reproductivo de la división sexual del trabajo que ellas han sucumbido – en contra de sus voluntades – en las fauces del sistema de opresión patriarcal que les ha designado el trabajo de cuidado y doméstico. Lo anterior, reforzado por el dispositivo de la institución familiar, a su vez secundado por la maternidad; aspectos que refuerzan sistemas de normas reproducidas a partir de las relaciones sociales de sexo que subvaloran el trabajo reproductivo. Por su parte, en el escenario del trabajo productivo, como mujeres, se han enfrentado a un sistema capitalista y patriarcal que las discrimina por ser firmantes, mujeres, empobrecidas y algunas racializadas, poniendo una barrera frente a las oportunidades de acceso a trabajos asalariados. Esto ha reforzado el discurso machista que ronda en la ruralidad del Guaviare, sobre la representación del hombre como proveedor y la mujer como ama de casa. Finalmente, concluimos que para este y futuros procesos de reincorporación, es necesario considerar el lente de la división sexual del trabajo y las estructuras de poder que la sustentan. Pues este enclave, nos permite no solamente prever sino consolidar alternativas creativas que trasciendan la lucha por la igualdad de condiciones entre mujeres y hombres. Esto implica que se reconozcan las estructuras sociohistóricas que perpetúan las desigualdades e inequidades que nos atraviesan. Además, es necesario reconocer e integrar las necesidades y percepciones de nosotras, las mujeres, a partir de nuestras heterogeneidades y contextos. Solo así podremos construir un proyecto para la paz.