Guillermo Quintero Calderón, el hombre a quien el desarrollo traumático y sangriento de nuestra historia, deparó la misión de sígnar con su espada la estructura jurídico—política del Estado Colombiano, en mérito a la indeclinable honradez en sus principios, fue ajusticiado con la pérfida conspiración del silencio, por los beneficiarios del actual orden existente; por tanto, con ocasión del Centenario de la Constitución de 1886, pretende este trabajo escudriñar las aristas políticas e ideológicas, de uno de los individuos, que arrastrados por el torrente incontenible de los acontecimientos, sirvieron de martinete en la forja de la nacionalidad.