Uno de los principales retos que enfrentan las ciudades contemporáneas es mejorar el aislamiento térmico de los edificios para reducir la demanda energética. En este contexto, los jardines verticales, como solución basada en la naturaleza, han emergido como una estrategia sostenible dentro de la industria de la construcción. La incorporación de jardines verticales en el diseño arquitectónico requiere una planificación detallada que contemple aspectos esenciales, como la selección de especies vegetales adecuadas, el diseño de sistemas de riego eficientes y el mantenimiento adecuado. Asimismo, resulta fundamental contar con políticas y normativas que promuevan la adopción de estas soluciones sostenibles en la industria de la construcción. Un ejemplo relevante de los beneficios de los jardines verticales es el estudio realizado en la fachada oriental del Centro Administrativo Distrital (CAD) en Colombia, que cuenta con una superficie de 1 875 m² de jardín. Los resultados demostraron una clara incidencia en la reducción del calor extremo y la mejora del aislamiento térmico, lo que se traduce en un mayor confort térmico y una mayor eficiencia energética. Los resultados de la investigación concluyen que, pese a los costos asociados al consumo de agua y alcantarillado, la instalación de un jardín vertical es financieramente viable y proporciona ahorros netos significativos, lo que mejora la sostenibilidad del edificio y su eficiencia energética a largo plazo. Además, los jardines contribuyen a la mejora de la calidad del aire y a la reducción del efecto isla de calor, una inversión sostenible para cualquier proyecto arquitectónico.