Sin más títulos que los que la casualidad me dio al colocarmecomo unidad de ningún valor en la falange de 50 millones que, de una u otra manera, tomó parte en la conflagración más grande que registra la historia; sin más derecho que el de ser colombiano y vibrar como todos al sentir en la cara el inmundo salivazo que un tiranuelo ridículo, respaldado por un pueblo que merece su amo, nos ha lanzado injustamente aprovechando la distancia y la soledad que se consumó la afrenta; sin más razón que la de pertenecer a esta pléyadede hombres patriotas y científicos que forman la Sociedad de Cirugía de Bogotá y sin otros recursos que los que pueda darme el deseo de servir a mi patria en esta hora sublime de su historia gloriosa, ocupo esta tribuna que Jaime Jaramillo Arango creó y por la que de manera tan brillante han pasado ya Carlos Tirado Macias y Roberto Franco.