Este es un estudio de las guacas en dos lugares de los Andes colombianos: el Norte del Tolima y el suroccidente andino de Nariño. Las guacas son, a un tiempo, fuentes de crecimientos excepcionales y los mismos crecimientos excepcionales. En el Tolima las guacas hacen, sobretodo, movimientos de tierra. En Nariño las guacas son fenómenos atmosféricos contaminantes (aires y fiestas). Todas provocan movimientos de gente. Como cosas vivas, las guacas oscilan constantemente entre ocupaciones y desocupaciones. Realicé inmersiones cortas de trabajo de campo durante más de ocho años e hice una revisión de documentos coloniales y republicanos sobre el centro de Colombia y los Andes centrales. En Nariño he compartido la vida diaria de los indígenas pastos (en una vereda de Cumbal y en una vereda de Aldana). En el Norte del Tolima he sostenido una larga conversación, durante caminatas prolongadas a lugares encantados. Presento siete ensayos que, como una cabuya, van enredando dos tramas principales (la avalancha y la fiesta) con acentos y escrituras distintas en cada capítulo. Este trabajo se inscribe en una corriente de la antropología que ha apostado por el estudio comparativo de las formas de la vida. Al trabajar “a ras del suelo”, pretendo recuperar la sorpresa que causa la vida en mis amigos indígenas y campesinos. El principal hallazgo es que las guacas están vivas y sus vidas siguen ocurriendo como crecimientos mientras se leen estas palabras. (Texto tomado de la fuente).