El agua cumple un papel fundamental en el bienestar humano. Entre otras funciones, resulta esencial para el equilibrio biológico y la armonía de los ecosistemas. A nivel global, fuentes como pozos, manantiales y aljibes abastecen de agua a ciudades, cultivos, ganado e industrias. No obstante, la explotación excesiva de este recurso básico ha derivado en la escasez hídrica, el agotamiento de recursos, la contaminación de aguas superficiales, la subsidencia del suelo, la contaminación de los acuíferos y el deterioro de las reservas subterráneas. Cabe destacar que el agua subterránea constituye aproximadamente el 99 % del agua dulce en estado líquido en nuestro planeta, representa la mitad del volumen extraído para consumo humano y contribuye con el 25 % del total de agua utilizada en actividades de riego (Organización de las Naciones Unidas, 2022). Lo anterior explica la importancia de este recurso para las poblaciones y ecosistemas urbanos y rurales que carecen de agua dulce superficial.