La relación entre el ser humano y la tecnología se aborda tradicionalmente desde la perspectiva instrumentalista que la asume como voluntad humana, es decir, como una creación. Carr (2011) propone cuatro tipos de tecnología asociadas al tipo de creación que producen y la relación que implican con el ser humano. Ellas son las tecnologías que aumentan la fuerza y resistencia física, otras que extienden el alcance o la sensibilidad de los sentidos, otras que permiten remodelar la naturaleza para servir a las necesidades humanas y, las últimas, las que utilizamos para ampliar o apoyar nuestra capacidad mental. Estas tecnologías producen instrumentos como el arado, el microscopio, la píldora anticonceptiva y el mapa.