Las políticas nacionales sobre educación en los últimos años han dado un giro hacia la incorporación de las categorías ciencia y tecnología en las estructuras curriculares de las instituciones, por tratarse de elementos necesarios para asegurar la competitividad de los ciudadanos en un contexto cada vez más globalizado. Es así como la imbricación de la tecnología en el ámbito escolar permitir el desarrollo de competencias que potencien la creatividad y el uso adecuado en la manipulación de objetos tecnológicos.