La percepción del espacio urbano, como un laberinto en donde se ponen al descubierto esas capas históricas de una ciudad moderna como Buenos Aires, supone iniciar un movimiento especial a través del significado de lo urbano y la posterior interpretación de los signos y símbolos por parte de los individuos que componen el tejido urbano. En las aguafuertes se hacen presentes nuevos modos de percepción de la existencia cotidiana y también de la experiencia social, transformando de esta manera el relato en un registro fisonómico de la vida citadina. Este registro permite leer la ciudad como un signo en el que están inscritos las huellas de sus transeúntes y los diferentes cambios sociales originados con la Modernidad. Los rostros, las calles y las edificaciones, se encuentran interpretadas por Roberto Arlt en el marco de la experiencia social, configurando así los diferentes escenarios urbanos desde la mirada investigativa del periodista y la mirada ociosa del paseante. La Buenos Aires de Roberto Arlt se alza sobre lo monótono y rutinario. Su inmensidad resulta ser un espacio onírico, tal como lo afirma Gastón Bachelard: ¿una categoría filosófica del ensueño, el ensueño que se nutre de diversos espectáculos, pero por una especie de inclinación innata, contempla la grandeza. Y la contemplación de la grandeza determina una actitud tan especial, un estado del alma tan particular que el ensueño pone al soñador fuera del mundo próximo, ante un mundo que lleva el signo de un infinito.