Estas páginas y toda la poesía contenida en ellas, son un devorador de recuerdos, un ser amorfo que sin rostro definido embebe ojos y pieles, pedazos de tiempo y todos los espacios limítrofes entre lo tangible y lo irracional. Son un ser, que construye los vagones del tren para lanzarse junto con él a su propio abismo. El pasado aquí es borroso, todas las palabras liberadas en filacterias, se trenzan para que el viaje cobre sentido, y aunque no siempre se use paracaídas, es cierto que quien cae aquí se sumerge dentro de ese personaje sin rostro para intentar definirse, dibujar una imagen en el espejo, o quizás, al final del día, descubrirse por pedazos. (Texto tomado de la fuente).