La conformación de núcleos familiares se da como resultado del proceso natural de un individuo al desenvolverse en sociedad y establecer mecanismos de comunicación. En ocasiones dichos núcleos incluyen a la mascota como parte integral de la familia, dejando de ser una posesión más para convertirse en un compañero y amigo. La relación que establecen tiende a generar dependencia y con el tiempo un liderazgo débil a causa de los lazos afectivos tan estrechos. Estableciendo conductas generadas por la reacción a hábitos y comportamiento de los miembros de una familia frente a su mascota, que según Erik Fabricius1 se generan por un proceso de aprendizaje vivencial por la diaria convivencia, en este caso dentro del hogar (proceso común a todo animal frente a estímulos de su medio natural). Sin embargo en los hogares este proceso está reflejando una desarticulación familiar por falta de comunicación y normas que establezcan límites y tareas asumidas como una meta común, una responsabilidad de todos.