El Ramón Pérez que yo conocí tiene que ver con un amigo, más que con cualquier otra cosa; y debo hablar como tal, pues ningúnotro título acredita mi intervención en este rito. 2 Conocí a Ramón Pérez Mantilla hace treinta años–cuando yo era un recién llegado a la Capital y él ya gozaba de una brillante carrera profesoral–. Gracias a su mano generosa encontré arraigo en su círculo intelectual de entonces, donde iniciamos un diálogo cotidiano que habría de prolongarse por tres décadas. Ramón había participado en la