El espacio está oscuro, se escucha un palpito que se propaga entre distintos materiales, el sonido cambia, pero la vibración parece seguir siendo la misma. Es una vitalidad que se propaga entre los cuerpos, indiferente de la materia que los componga. Las fuerzas atraviesan cada piel y superficie, las hace sonar, mover, levitar, volar, fugarse, huir, desajustarse, dejar de estar fijas y volver a estar perceptiblemente vivas, allí residen las quimeras. La Quimera es aquella capaza de sostener la contradicción, la paradoja, las relaciones de extrañamiento y hacerlas vivir. Una quimera es inaprensible, inclasificable, el desborde de lo binario, es por naturaleza el espacio para la atopía, el sin-lugar, un espacio para la co-existencia de aquello radicalmente diferente, su cuerpo habilita la paradoja y la contradicción como condición vital. El Gesto Quimera busca ampliar el archivo relacional, es una práctica inventada para ampliar repertorios de acciones relacionales entre cuerpos, objetos y gestos materiales e inmateriales, es una acumulación de apoyos y soportes simultáneos, de pieles porosas, de pliegues extraños. El Gesto Quimera es un cumulo de fugas humanas y no humanas. El Gesto Quimera es el lugar del contacto vital. Es una seguidilla de gestos vinculantes, de proliferación de sentidos múltiples, que busca hacer prosperar nuestra capacidad de percibir los afectos y los efectos de las fuerzas del mundo en toda materia, de cambiar los destinos. Es una sensación de vértigo, es una posibilidad de poner a vibrar todo a partir de incertidumbres que se propagan. (Texto tomado de la fuente)