En Guillermo Valencia se reconocen dos perspectivas que le dan cuerpo a su obra: la primera, la labor de un acucioso traductor que se ocupa de rastrear en su tiempo el legado de muchos poetas que definirían la tradición del simbolismo europeo y quizá sus raíces en exóticas escrituras del mundo árabe y de oriente. La segunda perspectiva, una obra construida en los parámetros de la tradición modernista, en donde su destacada obra logra hacer una puesta en común de los presupuestos parnasianos y simbolistas que de alguna manera constituyeron la vigorosa manifestación del modernismo latinoamericano.