Se reflexiona en el texto en torno a la necesidad de replantear el concepto de placer que debe generar la lectura, entendido este como goce de sentidos distendido de compromisos, para propender hacia un proceso de decodificacion que le demande a los universitarios la adecuacion y estructuracion de metodos y mecanismos ––como el partir de preguntas orientadoras, el interactuar con hipotesis que apunten, de manera continua, a posibles sentidos del texto; el sopesar el raciocinio con el espiritu libre, creativo e imaginativo; el sistematizar (escribir) y meditar (pensar) acerca de la materia leida–– para que el acercamiento al texto sea el pertinente al demandado en los claustros universitarios: idoneo, eficiente, rigoroso, profundo… Al final se insiste en la necesidad de desterrar el facilismo de los procesos de lectura academica, para centrarse en una lectura exigente y formadora, que encontrara entre sus frutos la consolidacion de lectores que comprendan, que interpreten, que asuman una posicion critica y que, por lo tanto, aprendan a disfrutar y a descollar gracias a que han encontrado el verdadero placer. Un lector que lee asi no solo se estara adecuando a las demandas del ambito academico, sino tambien a las exigencias de la vida misma.