Las palabras permiten un acercamiento a la realidad para representarla, recrearla, inventarla; pero lejos estan de todo intento por lograr la exactitud. Como expresar con palabras lo que en la mente se experimenta como un caos sin salida, como una palabra llenaria el cantaro vacio de un alma inconforme consigo misma y con el mundo. Las palabras, tienen un gran poder: en ellas reposa el mensaje que la musa susurra al oido del poeta. Mensaje, que puede aparecer como una suave brisa o como el cataclismo que obliga finalmente a abandonar, sin dejar mas huella que el estruendo de un portazo enraizado en el aire; mientras una mirada fija, contempla a un dios jugueteando con los hilos del destino, para conducir a los reos, por el negro laberinto de la desesperanza e insatisfaccion; esta misma, que no es ajena a la sensibilidad del poeta moderno ya que, “si al hombre no le resultara insuficiente la realidad, no habria tenido ninguna necesidad de inventar el arte” (Roca, 2000, p. 34). Asi, la insatisfaccion inspira al poeta, cual admirable musa, pero corroida por el efluvio del desastre.