Si la inteligencia es objeto de estudio, tambien lo debe ser su detractora, la estupidez, pues a la filosofia le corresponde examinar criticamente el razonar para abrir grietas en la seguridad de lo ya pensado y atreverse a ensayar nuevas refutaciones o provocaciones, alli donde la comodidad o la pereza intelectual da por supuesto lo ya dicho, lo establecido por el poder, unas veces por costumbre, otras por imposicion y otras por economia de pensamiento. En tal sentido, entendemos por estupidez no solamente la incapacidad para pensar y tomar decisiones por cuenta propia sino, tambien, la incapacidad para orientar nuestra propia vida en merito a ello. De modo que la filosofia como critica de la estupidez busca no solamente legitimar las destrezas racionales para enfrentar y resolver problemas, sino sobre todo, que ello nos indigne y nos mueva a poner continuamente nuestro saber al servicio de la vida y de las condiciones que la posibilitan.