La cognición presupone una relación entre un individuo vivo y su entorno físico. De acuerdo con esto, mi intención es mostrar en esta tesis que la individualidad del ser vivo, aunque permanece independiente del exterior e idéntica a través del tiempo, se constituye dinámicamente en la relación dialéctica con su mundo circundante. Individualidad no significa aquí el objeto definido de nuestra experiencia fenomenológica sino la misma experiencia vivida de ser un individuo que subyace a todo acto fenomenológico: mi objetivo no es ofrecer a teoría de cómo individuamos los objetos en nuestro mundo circundante o, más específicamente, el subconjunto de esos objectos que corresponden a lo que conocemos como seres vivos (aunque tendré que decir algo general al respecto) sino más bien cómo soy yo mismo un individuo viviente y cómo ser individuo es la condición para todas mis experiencias subsiguientes. Voy a acercarme a este problema explorando cuatro características básicas de lo que define algo como un individuo y voy a dividir la tesis de acuerdo con estas características: En el primer capítulo, explore la unicidad del individuo vivo, el hecho de que, como individuo vivo, yo soy lo que soy y nada más puede ser yo; esto me lleva a explorar los aspectos autorreferenciales de la experiencia y la distinción radical entre mí como sujeto y el mundo como fenómeno; explorando la unicidad, también reconozco la naturaleza esencialmente material de los organismos e incluyo el problema de la totalidad como parte de este capítulo; en este sentido, exploro la idea de la composición material compleja y la unidad auto-causada y también estudio críticamente algunas propuestas tales como la teoría Kantiana de los fines naturales y la teoría de la autopoiesis. En el segundo capítulo, explore la diferenciación del individuo con otros seres en su mundo circundante y me enfoco particularmente en la relación dialéctica entre el organismo y su entorno, esto eso, la semi-paradoja particular entre la necesidad y la libertad que le da la identidad al organismo como independiente y, al mismo tiempo, dependiente de su entorno; también exploro la idea de espacio y cómo esta fundamenta la relación cognitiva que tiene el organismo con su entorno. En el último capítulo, exploro la identidad temporal del individuo vivo que sigue siendo el mismo, no sólo a pesar del cambio sino gracias a él; propongo que la base para una identidad continua a través del tiempo es la relación normativa que constituyo con mi ambiente, una relación en la cual el mundo es para mí, no sólo porque se me aparece sino porque puedo evaluar mis interacciones con él dependiendo de qué tan convenientes o inconvenientes son para mi propia vida; es con esta evaluación que yo constituyo los hábitos que me hacen familiar a mi mundo circundante, que crean mi hábitat. Termino con algunas reflexiones sobre los posibles desarrollos de esta teoría y sobre el trabajo que queda por hacerse, especialmente con respecto a temas como el lenguaje y la intersubjetividad.