“Los medicos son muchos en el titulo, pero muy pocos en la realidad” Hipocrates La cirugia plastica tristemente enajenada de las con- tingencias de la enfermedad, el medio ambiente y la psiquis, ha ido transformandose por cuenta de las afugias del mercado, la sociedad de consumo y los cliches modernos de exito y belleza. En no pocos consultorios de nuestra especialidad se ofrecen valoraciones gratuitas hechas por personal sub- alterno que sobre la pretension de poseer un cierto co- nocimiento de caracter cosmetico, elabora presupuestos de cirugias, que finalmente seran ejecutadas por el cirujano del caso sin mediar mas que una interconsulta de riesgo y pruebas basicas de laboratorio. La especializa- cion-comercializacion de la especialidad ha ido dando al traste con su primordial finalidad: la busqueda de la sa- lud y el bienestar humano. Y es que la cirugia plastica no es en modo alguno ajena a la medicina misma, participa de todos sus elementos deontologicos, eticos, morales y cientifico-instrumentales. La ciencia de la que se habla como si existiese ajena al hombre y su pensamiento, como si tuviese vida propia o hiciese parte de algun empireo moderno, ha ido facilitando dia a dia desde la mas remota antiguedad la vida humana. La metafisica del pasado esta ahora olvidada. Se pretende sobrepasada por el pensamiento racional como si no naciese de el-, el materialismo historico o el giro linguistico y sus multiples variantes ideologicas, que se apoyan en determinismos de todo tipo. La medicina, pese a que ha recibido de la ciencia aportes significativos desde diversas areas y que no po- cas veces apela a determinismos instantaneos de fundamento cientifico, no ha podido desprenderse de la irrefutabilidad del antiguo aforismo hipocratico: “El medico cura pocas veces, mejora frecuentemente, pero debe siempre consolar”. Esto casi 2.500 anos despues muy poco ha cambiado, en realidad nada ha cambiado. Las diferencias son simplemente de grado no de genero. Nuestra moderna sociedad convencida de que la ciencia es ajena al error o al menos exacta en sus apreciaciones fundamentales-, no llega a comprender que nuestro conocimiento es en general producto de simplificaciones y aproximaciones adecuadas a ciertos ordenes de magnitud. La complejidad, entendida como multiples interacciones, define la vida misma y la eleva a un nivel tal de ellas, que bien podria decirse que es infinito. Si en la fisica la simetria temporal1 de los aconteci- mientos es un hecho facilmente admisible, en los fenomenos de la vida y muchos otros no vitales aparece la inexorable flecha del tiempo, que corre de un presente casi indefinido en lo fundamental, a un futuro cierto pero incierto. Parece una contradiccion que violenta nuestro intelecto, pero el futuro, que llega sin saberse como, es tanto mas incierto cuanto mas lejano se pretenda establecer como prediccion. Y es que, sobre todo en la ciencia, lo que convence es justamente la capacidad de predecir. Que curiosa paradoja es, que de la adivinacion a la ciencia sea obli- gado pasar por la prediccion para ratificarlas. Predecir es muy simple: basta establecer un periodo muy corto y se acertara muchas veces. Mas se alarga el periodo, mas aparece la incerteza, en especial si sobre lo que predecimos es sujeto de complejidad y lleva inmerso un atractor extrano2. Una reflexion relativamente corta permite ver que nada en realidad es simple, todo es complejo, todo es interaccion, todo es un caleidoscopico vaiven de fuerzas, o interacciones, o movimientos, transformando el mundo al ritmo tiranico de una fraccion de tiempo desconocida: el presente. Es aqui donde, para el ejercicio de la medicina aparece la diferencia entre arte, o ciencia y biotecnologia. Sorprendentemente la sociedad moderna cree sin el menor recato que la medicina es una ciencia. Los medios de comunicacion, los pacientes, los jueces y hasta los medicos mismos apelan al cientifico y a la ciencia perdiendo por completo la dimension del medico, individuo el mismo complejo, interactuante, facilitador o promotor de la salud y la vida. La tecnologia y la biotec- nologia pertenecen al orden del instrumento, la herra- mienta, para el ejercicio de un arte cuya incerteza se mide con probabilidades, definidas matematicamente sobre datos empiricos que la ciencia busca incesantemente validar con su metodologia propia. El acto medico -no biotecnologico-, es pasado, presente y futuro; es relacion, interaccion, interpretacion casi magica de un mundo ajeno, igualmente complejo, igualmente incierto. El acto medico biotecnologico es corte, seccion, simplificacion, un punto de la recta, tangencia, fotografia instantanea altamente pixelada, de una fraccion infinitesimal del individuo, sin embargo, es lo que todos creen que la medicina y sus especialidades son: biotecnologia, determinismo y acierto o error. Nada mas ajeno a la realidad. La medicina conjuga disciplinas variadas, psicologia, filosofia, derecho, filosofia moral, semiologia, comuni- cacion y entrelaza sus hilos con afectos y virtudes diver- sos como compasion, misericordia, solidaridad, caridad, honestidad, puntualidad, etc. La lista es casi interminable. La biotecnologia es, sin la menor duda, un apoyo fundamental del ejercicio medico moderno, sin embargo, involucra en si misma el poder para reducir la atencion medica al dato fragmentado, aislado, frio y sin valor. Las consideraciones previas dejan claro que la medicina, especializada o no y dentro de ella la cirugia plastica, no es una ciencia en si misma, es un servicio humanista permeado por el arte y apoyado instrumental e intelectualmente por la ciencia, que no es otra cosa que una metodologia de pensamiento y accion. El ejercicio de la medicina se hace por el hombre y para el hombre con la intencion objetiva de apoyar su bienestar fisico, psiquico afectivo y ambiental. Toda vez que se mire la atencion medica a traves de un corto espacio temporal aislado, fragmentado y sin contacto alguno con el fluir vital del individuo, oficiamos como biotecnologos, que atienden hechos instantaneos. Rompemos el caracter afectivo y efectivo de nuestra profesion y deshumanizamos al otro, hasta convertirlo en un numero de historia, amarrado a datos de origen biotecnologico y a una factura, menospreciamos la complejidad implicita a nosotros, el otro y a la vida misma. La sociedad actual alienada por un egocentrismo irre- flexivo, apoyado en los triunfos de una ciencia que posa de infalible y que hoy se venera tan irreflexivamente como se veneraba a Dionisio, Apolo, Artemisa, Venus o el be- cerro de oro, se sumerge cada dia mas en un pozo oscuro del que solo podra salir si redirige su mirada a si misma como todo y parte. La pandemia del coronavirus de manera ironica, ha aparecido ajena a todo pronostico certero, para enfrentarnos en plenitud con la complejidad del mundo natural. La insignificancia presuntuosa de una sociedad de tecnologos que, alienados por el pensamiento fragmentado, quieren entender el todo concentrandose en sus partes mas infimas, ha primado y oscurecido el horizonte de lo verdadero. Se pierde asi la luz de lo real y se camina en la oscuridad de un mundo del tamano de un virus o peor aun de una particula elemental. Esta es una relacion de magnitud que nubla la vision de lo primordial, de lo realmente valioso. Es ese mundo emergente que es la vida y que da lugar a objetos -que por mas que intentemos objetivar en lo material- son inmateriales y metafisicos, el que queramoslo o no, debe emerger de nuevo del pantanoso mundo de la confusion en que esta sumergido. Es el mundo de los valores, inexistente por fuera de la vida, pero no de cualquier vida, pues solo la vida humana les da su caracter ontologico, su ser. La medicina de quien se exige cuidar como nadie mas la indisponibilidad de la vida humana se ha convertido como bien dice Hans Thomas3, en un simple auxiliar de la voluntad ajena y el medico ha devenido como simple mercader de servicios biotecnicos. El resultado final de la carencia de reflexion del medico moderno alrededor de los valores que surgen en el entorno vital de su propio ejercicio y de la sociedad, no ha hecho mas que someterlo a la burocratizacion de su ejercicio, que se ejecuta o bien desde el marco de la normatividad o bien desde el marco del mercado. La reflexion etica queda oscurecida bajo el peso de la norma, el contrato, la indolencia racionalizada o el aburrimiento de vivir en un mundo que ofrece libertades y las encadena en miles de codigos e ideologias. La libertad y la autonomia, como tantas otras pretendidas conquistas de nuestro siglo, se convierten en la vida real en meras palabras para llenar discursos politicos o juridicos vacios. El medico no en vano ha sido respetado a lo largo de las edades y lo ha sido por los valores que representa. No es dificil retornar plenamente a ellos. Contingencias como la pandemia del coronavirus, muestra a medicos y sociedad, que son los valores los que iluminan la vida, le dan sentido y finalidad, y que debemos reencontrarnos con ellos revisandolos individualmente y como sociedad.