El lugar de vida del “Raizal” (término que define al habitante nativo a partir del año 1991, y cuya descendencia está ligada a los primeros habitantes de la Isla: Europeos, Ingleses, africanos e indígenas, culturas que trasmitieron la ancestralidad y las costumbres enmarcadas en creencias religiosas, idioma, gastronomía, uso y apropiación del espacio), guarda costumbres y dinámicas caracterizadas en su vivienda tradicional y el micro-territorio inmediato, que toma fuerza a partir de una construcción social y espacial desde finales del siglo XIX, cuando las imágenes de esos mundos, implantaron ideas que se materializaron en la isla con una arquitectura particular que ha pasado por diferentes etapas y ha dibujado una evolución consiente y respetuosa, que sumada a valores históricos, tecnológicos, ambientales, filiales y cosmogónicos, potencializaron el patrimonio de los Raizales. Hoy la nostalgia de la extinción y el olvido de la materialidad se suman a esos factores, pero aun así, se reconocen huellas con la evolución del hábitat que viene dinamizando el micro-territorio de San Andrés, como la nueva forma de hacer ciudad. Es por ello que la valoración de ese Hábitat se da a través de un recorrido que abordará el tiempo pasado como el principio del conjunto que sustenta la razón de ser de las dinámicas de filiación familiar en el micro-territorio y la vivienda tradicional, la influencia de las normativas actuales respecto a la pertinencia en la forma de habitar, los fenómenos de transformación de la materialidad de la vivienda en cuanto a técnicas, respeto y diálogo con la “madre Isla” e impactos de las dinámicas cotidianas como signos de identidad y sentido del lugar, todos, factores que en conjunto, enmarcan la configuración socio-espacial, la situación actual y la esencia del paisaje doméstico Isleño. (Texto tomado de la fuente)