Los grandes conflictos que azotan a la humanidad en diversos órdenes, ya sean de carácter político, religioso y cultural, se convierten en un campo de análisis que permiten la búsqueda de elementos de comunicación y negociación apropiados para que los jóvenes identifiquen elementos que les permitan llegar al reconocimiento total del ser humano libre e igual en dignidad y, ser o devenir sujeto de derechos, atributos máximos de la humanidad para sí mismos y para los demás. Al reconocerse el ser humano como sujeto democrático capaz de asumir y reivindicar los derechos humanos y las libertades desde el ideal de la igualdad, la dignidad humana, la libertad, la responsabilidad y del respeto a la diferencia que acepta a los demás como interlocutores válidos, se fortalece la concepción que de igual manera son sujetos de derechos. Por tanto, un proyecto democrático, en derechos humanos y formación de sujetos políticos, se fortalece al reconocer en los derechos un patrimonio inalienable e intransferible del que se desprende su carácter fundamental que los convierte en visión del mundo desde su dimensión filosófica, política y jurídica, aspectos que se convierten en básicos para realizar su abordaje. Desde una postura filosófica consideraría que la vigencia plena de los derechos humanos es una cosmovisión o manera de ver e interpretar el mundo, que solo puede fundarse en los atributos fundamentales del ser humano que son la dignidad, la libertad, la igualdad y la responsabilidad. Estos atributos definen la esencia del Ser en cuanto ser humano, y son el fundamento de las relaciones interpersonales cuyo horizonte de sentido es la construcción de unas prácticas e imaginarios sociales basados en principios y acuerdos para la regulación de las relaciones entre los grupos e individuos, desde el reconocimiento y respeto pleno de la dignidad humana.