Con o sin legitima causa, la mayoria de hombres han sentido el peso de la vida. La coexistencia de ventura y desgracia, de sufrimiento y dicha, parece, en ocasiones, una burla de la vida al hombre, quien con tal disparate, reclama ante una “bondad divina –comentaba Kant- [...] los dolores padecidos en este mundo” (2011 A, pp.25). Mas, aun cuando el mal no predomine sobre el goce, basta tan solo un breve sentimiento de dolor o tedio para meditar “sobre el valor de la vida”(Kant, 2011 A, pp.27), o para al menos, haber puesto en duda su sentido y cimientos. Ello le suscita una preocupacion que estriba en: “la carencia elemental de su razon de existencia, que se refleja en la carencia de una prefiguracion clara del sentido de la vida” (Blumemberg, 2011, P.474), pues en su caracter contradictorio, de contento y dicha, no puede encontrar ni finalidad, ni fundamento para sus actos o su vida. La confrontacion ante la insuficiencia de sentido, provoca una suerte de sentimiento de vacio, de perplejidad o congoja frente a la propia existencia. Ante tal desconcierto se responde con preguntas respecto a si, a su vida y proposito, en un intento por comprender su propia existencia y su actuar en la vida. ?Que es el hombre?, ?que hace aqui?, ?cual es su proposito? O ?cual es su que-hacer en la vida? son cuestionamientos del hombre por el hombre mismo, que constituyen una indagacion antropologica existencial. Si, como afirma Kant en Antropologia (2015) y en la Critica de la Razon Pura (2013), todo conocimiento legitimo del hombre se dirige al hombre mismo (KrV A816-B844), la pregunta por la vida y su accion, resulta relevante si el hombre es “el objeto mas importante del mundo al que el hombre puede aplicar –conocimientos, pues es- su propio fin ultimo” (Kant,2015, pp.25).