Partiendo de los conceptos que organizan el Proyecto Moderno de la burguesia ilustrada (categorias filosoficas que, como nos ensenaron los autores de “Dialectica del Iluminismo”, sirvieron a ese nuevo sujeto historico primero para combatir el orden feudal, en el que apenas podia desplegar su voluntad de poder, y luego para justificar el orden capitalista) y arrastrando para siempre la bajeza de sus origenes, la “ideologia pedagogica occidental” trazo y difundio una figura mitificada, idealizada, casi sacralizada: la figura moderna del Educador. A partir de entonces, como anoto Jorge Larrosa, pudimos dedicarnos a la educacion con el convencimiento intimo de que trabajabamos para la “buena causa”, para la “causa noble”, la causa justa de la Humanidad.