Una bulla tremenda: unos hablaban, otros murmuraban, otros escuchaban, otros callaban. Se cerro el ciclo. Todos prestaron atencion y por un momento nos sumergimos en el inagotable mundo de las palabras. Ya de vuelta con las mismas cuatro paredes, el mismo tablero blanco, las mismas sillas, las mismas puertas y ventanas entreabiertas y el calor sofocante de siempre, dijo Lord Byron, con sus manos en el bolsillo, su persistencia de triturar el suelo y su cinturon de 30 marcadores: Es tarde para el hombre, es el libro que analizaremos para la proxima clase y iojala! que nos sean dos hojas sino cinco y hasta diez, pilas –dijo, como dicen muchos otros- ustedes van a ser futuros docentes.