Amelio, filosofo solitario, Aestando una manana de primavera, con sus libros, sentado a la sombra de una casa de campo suya y leyendo; sobresaltado por el cantar de los pajaros por el campo, poco a poco diose a escuchar y pensar, y dejada la lectura, finalmente echo mano a la pluma y en aquel mismo lugar escribio las cosas que siguen.