Este ensayo busca explorar las posibilidades del arte de lo absurdo frente a las limitaciones de la teoria. La apuesta artistica tiene la potencia de enriquecer la experiencia: volver a la polisemia, darle razones a la razon, lenguajes al lenguaje, saberes al saber, sentidos al sentido. Explorar estas posibilidades, asi como debatir sus limites, se hace necesario en un panorama en donde la razon ha devenido en una razon instrumental, identificadora y cosificadora que se supedita a la praxis y el dominio, como lo plantearon Adorno y Horkheimer en la Dialectica de la Ilustracion. Por su parte, lo absurdo, como lo veia Camus, no es una renuncia a la razon, sino una razon lucida que comprueba los limites de sus propias ambiciones; para que sea posible una obra absurda resulta necesario que se mezcle con ella el pensamiento bajo su forma mas lucida. Frente al proyecto ilustrado de lo conocido, lo unitario, lo predecible y lo identico, que busca convertir al lenguaje en dato y al individuo en ejemplar, el arte puede abrir un espacio para lo caotico, lo contradictorio, lo multiforme, lo subito y lo disparatado. Al abrir este espacio se recupera el sentimiento que genera no tener siempre una respuesta, no poder predecir un acontecimiento o no llegar a una definicion concluyente. En este sentido es posible recordar a Schelling cuando aseguraba que el arte comienza alli donde el saber abandona al hombre, o a Nietzsche, cuando veia en el arte el lugar “para no morir de verdad”.