El desarrollo desigual entre las naciones, acrecentado durante los últimos doscientos años, ha movido el interés de los economistas y en general de los científicos sociales por encontrar explicaciones históricas y formulaciones teóricas. Al terminar la segunda guerra mundial se inició una nueva etapa estimulada por el paradigma del progreso, que interesó a los pueblos del llamado por entonces Tercer Mundo, y que hoy se conocen como países en vías de desarrollo. Se experimentaron diferentes modelos que durante la última mitad del siglo xx han oscilado entre la intervención del Estado con el fin de proteger la producción nacional, inclusive la incipiente industria, mediante aranceles y barreras no arancelarias, basados en una economía de demanda, y la apertura y libertad de comercio, reducción del tamaño y las funciones del Estado, la privatización de sus empresas y el retiro de funciones sociales esenciales para dejarlas al vaivén de las fuerzas del mercado, es decir, subordinadas a los principios del neoliberalismo, impuestos indiscriminadamente por el Consenso de Washington, en el que imperan el capitalismo financiero y la libertad de movimiento de capitales, gracias a las TIC, y el comercio internacional es considerado como la principal, casi única, fuente de desarrollo .