En el ocaso de la década de los ochenta (en 1989 cuando el presidente Virgilio Barco estableció por decreto la apertura económica) y con más fuerza en los albores de la noventa en medio de una alharaca aperturista, vientos de prosperidad parecían venir para el país y especialmente para la costa Caribe; en ese momento afloraron los recuerdos de una época de pujanza económica y crecimiento que llevaron a la Costa a tener la puerta del progreso simbolizada en el slogan que erigió a Barranquilla como la “Puerta de Oro de Colombia”, y todo parecía favorable para el redes pegue económico de la región.