(Hace poco fallecio en Mexico, habitual residencia suya, este destacado historiador y ensayista hondureno de quien publicamos aqui la Introduccion a su obra sobre el Libertador). El navio de guerra San Idelfonso, que a principios de marzo de 1799 llego a Veracruz con procedencia de La Guayra (Venezuela), habia hecho una travesia felizmente gracias a Dios, conduciendo azogues de Almaden y de Alemania, papel para las oficinas virreinales, un cuadro de pintura para la Real Academia, 3 baules de particulares y 6 cajones con flores; yerbas y raices para el Hospital de Manila. De Venezuela salio el 19 de enero, y la Gazeta de Mexico asegura que llego a Veracruz el primero de febrero. Entre los pasajeros figuraba un caraquenito huerfano, que iba a Madrid para continuar su educacion: traia cartas del Intendente Esteban Fernandez de Leon y del obispo de Caracas para su sobrino el oidor don Guillermo de Aguirre, y de don Juan Esteban de Hechesuria para el ricacho don Pedro Miguel de Echeverria; pero le servian de mejores credenciales sus quince anos alertas, su urbanidad de seda, la soltura en la conversacion, la inteligencia que deslumbraba a cuantos le conocian y la posicion pecuniaria y de abolengo que le distinguia en aquella capitania general. Dos espanoles de su apellido habian brillado en la Nueva Espana: en 1664 figuro el licenciado don Nicolas de la Redonda Bolivar, abogado de la Real Audiencia, teniente del gobernador de Yucatan y uno de los jinetes que a la caida de la tarde, paseando con sus amigos, alegraba las calles de la tranquila Merida; y en 1649 figuraba don Juan de Bolivar, relator mas antiguo de la misma Audiencia, que paso el ano siguiente a ser fiscal de la de Manila, siendo reemplazado por su hijo. (…)