En reciente viaje por los paises del sur de America, llegamos a Buenos Aires. La ciudad nos atraia por su estilo, por su rica vida humana e intelectual, por los conflictos politicos en ebullicion, por el recuerdo de maestros y companeros en la brega intelectual. Habia tambien -por que no confesarlo- una tentacion de llegar a la Republica de Boca y admirar la obra de Quinquela Martin, el pintor del puerto, y a la sombra de sus cuadros, escuchar unos tangos gardelianos que desgarraran nuestra sensibilidad de provincianos. (…)