La apologetica teilhardiana, como lo vimos en el capitulo anterior, tiene como punto partida la fe en el mundo. Desde esta fe primordial, y de fe en fe, es posible ir ascendiendo progresivamente hasta la fe sicologica en Dios, y, teniendo en cuenta la gratuidad y el caracter especifico la revelacion, hasta la respuesta a la manifestacion del Dios personal, es decir, hasta la fe en sentido estrictamente teologico. Esta, Teilhard lo subraya claramente, no puede deducirse la primera como una consecuencia necesaria, pero se basa en ella en el plano sicologico, y es en ese punto partida en donde el cristiano encuentra la fuerza para poder responder autenticamente al Dios cuya diafania percibe en el mundo. (…)