En todos los tiempos el paludismo ha sido un azote de la humanidad. En Tierra Santa la enfermedad de las fiebres paludicas se conocio desde los tiempos mas remotos. En el Deutoronomio la fiebre figura entre las plagas mas temibles y es el azote mas duro con que Jehova castigaba a los hombres. Varios textos del Antiguo y Nuevo Testamento describen los efectos de la fiebre paludica o malaria, aunque sin darla este nombre. La localizaban en lugares calidos e infectados de mosquitos, al borde de los pantanos. Tambien la temieron grandemente los griegos y los romanos. En los primeros siglos de la Era Cristiana y en la Edad Media diezmaba con frecuencia a los ejercitos y a los pueblos en guerra, siendo objeto en los tiempos modernos de los mas exquisitos cuidados, dentro de las grandes organizaciones higienicas de que dispone la sanidad en todos los paises. (…)