Variada, pintoresca, llena de sonoridades y de sabor terrigeno ha sido la aportacion que generosamente han dado las lenguas aborigenes al glorioso idioma de los descubridores del Nuevo Mundo. Fueron prendiendo poco a poco en el lenguaje invasor, desde los primeros tiempos de la Conquista, nombres de todas clases y categorias: de albergues, muebles caseros, utiles de economia domestica, artefactos de labranza, armas de combate, instrumentos musicales, alimentos y licores, ademas de calificativos sociales, fenomenos climatologicos, y accidentes geograficos, vestidos, prendas, fiestas populares, bailes, asaltos, algaradas, asi como exclamaciones intimas de jubilo, de admiracion, de lastima, de amor, de alegria, de coraje, de burla, de desprecio... Palabras que pasaron a nuestro idioma en grafias perdurables adaptadas al alfabeto civilizador pero sin perder el matiz inicial de su autoctomia, pudiendo distinguirse sin prolijos estudios su procedencia quichua, guarani, azteca, araucana o caribe... (...)