En idioma vulgar vengo a decir hoy, las excelencias y las maravillas de una vida purificada por la santidad, alabada por la obra imponderable de sus Fundaciones, iluminada por sus inspiraciones de artista y exaltada por su mirifico genio. Mas no puedo, ni siquiera lo intento, describir en detalle las peripecias, los incidentes, la vida, la obra y los asombrosos hechos y milagros que realizo aquella mujer sin defectos. La serena y pura gloria de Teresa de Jesus, dentro de su armonia perfecta, elude ser aprisionada en la vaga y difusa malla de mi prosa impura y corruptible. Trato solo de cumplir un compromiso que sobrepasa la precaria capacidad de mi entendimiento, y busco, al elevar la modesta invocacion de mi estilo en estos dias onomasticos de la excelsa virgen carmelitana, busco redimir un tanto el peso de las culpas y los pecados cometidos en la dura milicia terrestre. Si digo ahora mi plegaria, si pido aqui el rescate perenne, es porque pienso que en este mundo perecedero y falible solo estamos en el albergue de unas horas y en espera de mas altas alegrias, anorando el eterno descanso por el cual suspira Santa Teresa cuando exclama: Ay, que larga es esta vida! Que duros estos destierros, Esta carcel, estos hierros En que el alma esta metida. Solo esperar la salida Me causa dolor tan fiero, Que muero porque no muero. (…)