Primero fue el estrepito revolucionario que trajo consigo el pensamiento incisivo, demoledor y a veces -muchas veces?- utopico de Herbert Marcuse. Creo rapidamente su imperio intelectual y emocional en el ambito universitario; al parecer ya se van apagando los fuegos que el celebre profesor atizo ruidosamente. Obviamente quedan inquietando muchos de sus planteamientos y tesis. Como fogonazos sin duda iluminadores. Ahora es Louis Althusser el pontifice, al menos en muchas catedras y circulos de la universidad. Sin los arrebatos de Marcuse que conmovieron la vida social y politica, Althusser mas academico parece no tener otro fin inmediato que agitar la inteligencia, estimular la confrontacion teorica, estructurar el mensaje del nuevo evangelio, no que dijo Marx sino lo que quiso decir y lo hace, hay que reconocerlo, con habilidad, con garbo, con audacia. (...)