La onda callada o sonora del mar del tiempo va seleccionando los valores humanos, y al cabo solo alumbran en el cielo de la gloria, como diamantes vivos luminosos de eternidad, los luceros que con luz propia muestran la hermosura de Dios. Corrida ya mucha parte de la segunda centuria de haber venido al mundo en la Ceja del Tambo en Antioquia el preclaro bardo colombiano Gregorio Gutierrez Gonzalez, muy oportuno es un breve juicio sobre su vida y su obra, juzgada ya en definitiva por el fallo inapelable de maestros tan insignes como Menendez y Pelayo, Camacho Roldan, Rafael Pombo, Marco Fidel Suarez y, sobre todo, por la desapasionada e imparcial voz comun de varias generaciones. (…)