Que pequenas son, frente a la razon intima de nuestro existir, las cosas de la tierra. En nuestra condicion de humanos, suma de un alma y un cuerpo, tenemos funciones nobilisimas que elevan y dignifican sobre modo la vida, determinan de manera evidente nuestro fin, y alientan nuestros medios existenciales con ahinco. Cuando el hombre se ha encontrado en frente de la vida, con el cumulo de responsabilidades que pesan sobre los hombros de su destino, ha tratado siempre de determinar los medios que lo ayuden en el camino del progreso, como si fuera una lampara de luz viva que orientara sus pasos e iluminara sus vias. (…)